"El profesor Siegfried poseía una perrita educada como un ejemplar típico de perro de la ciudad, a la que permitió por primera vez traer cachorros al mundo cuando ya era bastante mayor. En el momento en el que el primer cachorrito vio la luz, su madre se lo quedó mirando perpleja, sin saber qué hacer ni lo que le había sucedido. Durante un buen rato estuvo andando por la habitación arrastrando a su cachorro, al que todavía seguía unida por el cordón umbilical. de repente el perrito lanzó unos tímidos aullidos.La madre tuvo un escalofrío y se conmovió como si oyera una voz interior, se dio la vuelta, cortó el cordón, se comió la placenta y comenzó a lamer al nuevo ciudadano del mundo por todo el cuerpo y con el mayor cariño. Cuando nació el segundo cachorro y los demás del parto, la perra actuó correctamente desde el primer momento. Fue el aullido de socorro del recién nacido el que despertó en la madre el conocimiento de cosas ni siquiera presentidas con anterioridad y que la llevó a hacer lo justo y necesario. Esa reacción nada tiene que ver con la compasión o el razonamiento, pero los animales madres hacen siempre lo correcto."
FUENTE: "Calor de Hogar". Vitus B. Dr0scher. Editorial Sudamericana/Planeta
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